El sello de sostenible vende en todos los sectores; la sociedad lo demanda y las empresas se afanan en lograr sellos, certificaciones medioambientales y publicitar sus logros de reducción de huella de carbono como reclamo para su negocio ya que los clientes optan por estos productos y pagan más por ellos.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce; existe una práctica fraudulenta por parte de determinadas empresas y algunas certificadoras que venden como sostenibles productos, servicios o acciones que en realidad no lo son o lo son en menor medida; es el llamado greenwashing, ecoblanqueo o lavado verde por su traducción literal que desgraciadamente se está generalizando; ahora instituciones y autoridades competentes en todos los países están intentando desenmascarar y penalizar estas prácticas para desincentivar su utilización.
Como casos notorios de greenwashing encontramos una concienzuda investigación de la ONG Earthsight que descubrió que las sillas de haya que vendía la multinacional sueca Ikea estaban hechas de madera talada ilegalmente en los bosques de los Cárpatos ucranianos, hogar del lince y el oso en peligro de extinción. Además, lo más grave es que se denunciaba que la madera ilegal estaba certificada, lo que extendía la duda sobre este tipo de sellos.
El sector textil y en especial el de la moda rápida es poco sostenible y tiene un gran impacto ambiental. Un estudio publicado en changingmarkets.org examinó la ropa de las principales marcas de moda para comprobar la veracidad de sus declaraciones de sostenibilidad y demostró que el 60% de las afirmaciones eran engañosas, pero en el caso de la marca H&M el engaño era casi total, llegaba al 96%.
En lo que se refiere al sector financiero, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) ha publicado su hoja de ruta para las finanzas sostenibles, el Sustainable Finance Roadmap 2022-2024, donde identifica tres áreas prioritarias de trabajo y una de ellas es la lucha contra el greenwashing y el fomento de la transparencia. El fuerte incremento en la demanda de inversiones ASG en todo el mundo propician la aparición de casos de ecoblanqueo.
El caso más mediático de investigación sobre greenwashing en el sector de las finanzas sostenibles, según información de Reuters, es el que afecta a DWS, la gestora de activos del grupo Deutsche Bank. Recientemente su CEO ha presentado la dimisión tras un registro policial en las oficinas de la gestora y del banco ordenado por la Fiscalía alemana por sospechas de manipular criterios de sostenibilidad ecológica en algunas inversiones. Desde el inicio de las investigaciones en agosto del año pasado, la gestora ha perdido cerca de 2.000 millones de euros, un 20 por ciento de su capitalización bursátil.
Un segundo caso, según informaciones del Financial Times, ha sido la durísima sanción (1,5 millones de dólares) que la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha impuesto a BNY Mellon, uno de los mayores bancos de inversión de Wall Street, por no haber integrado los criterios ESG para evaluar una serie de fondos de inversión desde julio de 2018. La ejemplar sanción ha llevado aparejada unas pérdidas millonarias en la bolsa que dejan claro que las prácticas de greenwashing van a ser perseguidas cada vez con mayor tenacidad por las autoridades y además son severamente castigadas por los inversores, algo que deberán tener presente los asesores financieros
. El pasado 31 de mayo la ESMA ha hecho público un informe de supervisión para reforzar la convergencia en la supervisión de los fondos de inversión sostenibles europeos y en la lucha contra el greenwashing que comentaremos en un próximo artículo en este blog.
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