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La soledad del cliente de “depósitos a plazo fijo”

La tendencia de tipos negativos iniciada en el año 2014 respecto de los saldos que las entidades financieras depositan en el Banco Central Europeo (BCE), el llamado exceso de liquidez, alcanza desde el año 2019 el -0,5% y, consecuentemente, desde hace tiempo estas entidades no retribuyen los depósitos bancarios a sus clientes. Paradójicamente, el 42% de los ahorros de los hogares españoles (casi 900.000 millones de euros), según datos del Banco de España del año 2020, está invertido en este tipo de depósitos.

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Con estos tipos negativos, esta realidad financiera de nula rentabilidad de los conocidos «depósitos a plazo fijo” empieza a ser asumida en el panorama español, pero también comienza a no verse el final de la misma, para desesperación del inversor más conservador.

Al mismo tiempo, no es sólo que no se retribuyan las cuentas y los depósitos a plazo fijo, productos unidos siempre al concepto “seguridad” en la mentalidad inversora española, sino que acecha en el horizonte el posible cobro de comisiones por invertir los ahorros en los mismos, como consecuencia, entre otros factores, de la política del BCE. Esta repercusión de costes se aplica ya a determinadas Instituciones y grandes empresas.

La ausencia de retorno de la inversión en estos productos choca, sin embargo, con el dato mencionado por el Banco de España. Con independencia que en época de crisis suele incrementarse el porcentaje del ahorro en depósitos bancarios, si es novedoso un porcentaje tan alto en épocas de nula, o negativa, rentabilidad. Es decir, el 42% del dinero de los hogares españoles no obtiene ninguna rentabilidad.

Esta es la realidad, por tanto, del perfil de riesgo de una parte muy importante de los clientes bancarios en España, siendo fundamental que el asesor financiero entienda y acompañe a este colectivo. La soledad inversora de estos clientes se incrementa por la falta de interés que les demuestran los participantes en el asesoramiento financiero ante la escasa rentabilidad que, a su vez, aparentemente les aportan.

Sin dejar de trasladar la auténtica realidad financiera del momento, el asesoramiento financiero requiere tener presente como, en muchos inversores, el miedo a las pérdidas pesa más que las posibles ganancias, como nos recuerda la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en su conocida “Guía de sesgos del inversor”, tan de actualidad en épocas de volatilidad de los mercados.

El seguimiento financiero a este tipo de clientes, por parte de los asesores, debe posibilitar que los inversores tomen la decisión más conforme a su perfil, como exige la normativa Mifid, pero a su vez tiene que permitir avanzar conjuntamente en la formación financiera de un porcentaje muy significativo de los inversores en nuestro país.

 

 

Miguel Lafita
Profesor del Máster en Asesoramiento Financiero de la UPV

 

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