Las grandes crisis económicas propician la fusión bancaria como solución defensiva para contrarrestar las graves consecuencias que estas originan. La concentración de entidades es una constante que se acelera en estas épocas de trance, ya que facilita que se recupere la solvencia y fortalece el mercado financiero, muy castigado a raíz de que, a mediados de marzo, se decretara en España el estado de alarma por la pandemia.
Bankia y CaixaBank inician la carrera, alentados por el Banco Central Europeo, para constituir el que será el banco más potente del país. Sendos consejos de administración alumbraron el pasado 17 de septiembre la que se convertirá en una de las mayores operaciones de los últimos tiempos. La justificación se asienta sobre la necesidad de reducir costes y aumentar la rentabilidad para combatir las pérdidas provocadas por la COVID-19.
Un golpe de efecto que fortalece el mercado financiero español
Con unos activos totales de 664.027 millones de euros, el gigante que surja de la fusión bancaria pasará a ser el décimo banco en Europa. La operación posibilitará que el beneficio se eleve un 28 % y que el ahorro anual alcance los 770 millones. El proyecto de integración hará que el peso de CaixaBank en el capital de la nueva entidad se cifre en el 74.2 %, mientras que el de Bankia en el 25.8 % restante.
José Ignacio Goirigolzarri será quien presida el nuevo grupo y una de las principales consecuencias será que el coloso contará con más de 20 millones de clientes. Como es previsible, será CaixaBank la que absorba a Bankia y la que imponga su política comercial.
Una fusión bancaria, en definitiva, tan esperada como ambiciosa, que hace presagiar que este baile acaba de comenzar y que, próximamente, habrá más movimientos en el mapa nacional de entidades financieras. En tiempos de incertidumbre, el refrán dice que la unión hace la fuerza.