Las conocidas como big four son las cuatro empresas de mayor tamaño a nivel mundial en el área de consultoría y auditoría económica. Este selecto club está formado por: Deloitte, PWC, EY y KPMG, y son el objeto de deseo de la mayoría de profesionales, incluidos muchos asesores financieros, que ambicionan obtener un puesto de trabajo en alguna de ellas.
Solo unos datos para comprender la magnitud de estas multinacionales, que pasaron de big eight a big four tras varias macrofusiones:
De las cuatro, la más grande es Deloitte que factura más de 46.000 millones de dólares; cuenta con una plantilla superior a 312.000 trabajadores en todo el mundo de los que 8.000 están en alguna de las 21 oficinas que disponen en España.
La segunda es PwC (PricewaterhouseCoopers), con una facturación de 42.450 millones de dólares y 223.000 empleados en 157 países de los que 4.300 trabajan en nuestro país donde dispone de 20 oficinas.
En tercer lugar, EY (Ernst & Young) que factura 37.000 millones de dólares con 284.000 trabajadores repartidos en 28 unidades de negocio, denominadas Regiones. En España trabajan 4.500 trabajadores y dispone de 14 oficinas.
KPMG, sigla formada por las iniciales de los fundadores: Klynveld, Peat, Marwick y Goerdeler, es la menor de las cuatro grandes, con una facturación de cercana a los 29.000 millones de dólares y 207.000 trabajadores en 153 países, de los cuales más de 4.000 ejercen en España.
En España, entre las cuatro auditan a todo el Ibex 35: KPMG (13); PwC (9); EY (9), y Deloitte (4) y existe la obligación de rotación obligatoria de empresa auditora cada diez años.
El pasado mes de mayo el periodista australiano, Michael West publicó en su web, especializada en negocios y finanzas, una noticia que sacudió el mundo de los negocios y llenó las portadas de la prensa financiera internacional; informó que EY planeaba dividir la compañía para separar las actividades de auditoría y de consultoría.
Esta división respondería a una vieja demanda de accionistas y organismos reguladores buscando evitar posibles conflictos de intereses derivados de que el negocio de consultoría de las big four pueda condicionar la imparcialidad de sus auditores y perjudique a los inversores. Últimamente EY ha sido demandada en Alemania (Wirecard) y Reino Unido (NMC Health) por auditorias irregulares. Pero los escándalos han sido numerosos como los sonoros casos de Enron, Thomas Cook, Parmalat y en nuestro país, el de Pescanova.
Si el plan de EY se confirma se convertiría en un punto de inflexión para todo el sector ya que podría arrastrar a la segregación a sus tres competidoras. De hecho, The Wall Street Journal ya ha publicado que Deloitte estaría diseñando un plan en este sentido.
Esta división en las big four sería una operación complicadísima y muy costosa tanto por el número de países afectados (más de 150), de trabajadores implicados (casi un millón), por el nivel global de facturación (más de 150.000 millones de dólares) y los clientes (la mayor parte de las empresas cotizadas a nivel mundial) y se alargaría durante varios años. Otro tema colateral, pero no menos importante, sería decidir cuál de las dos empresas resultantes de la división de cada una de las big four se quedaría con la marca matriz.
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